¿POR QUÉ LOS ANTIGUOS OCULTISTAS SE RESTAN DE LA ESCENA ACTUAL?

*Versión original sin censura

La ley de Brandolini o principio de la asimetría de la estupidez no es una ley de la termodinámica ni es derivada de ningún modelo matemático, sino algo creado por un programador italiano al ver como funciona la dinámica de los foros en internet, esta “ley” dice que “La cantidad de energía necesaria para refutar tonterías es un orden de magnitud mayor que la necesaria para producirlas”, lo que para cualquiera con un poco de experiencia es casi un principio universal comparable a las leyes de Newton.

Lo cierto es que todos estamos sujetos al sesgo de primacía, la primera información que recibimos de algo suele marcarnos de tal manera que ajusta nuestra percepción del asunto, todo lo filtramos desde ese ángulo, por lo tanto, si una persona se crió en un hogar donde todos le dicen que la tierra es plana, no importa cuantos años de escolaridad tenga ni que personas con una formación muy superior a la de quienes le dijeron eso le refuten con argumentos sólidos la afirmación, en su corazón siempre será un terraplanista, porque el aceptar la verdad, que vivimos en un planeta cuya forma tiende a la esfericidad le quitaría la confianza en sus padres, le daría a entender que el mundo no es como lo imaginaba, en resumen, le provocaría una crisis de ansiedad solo por descubrir que todo lo que creía estaba equivocado.

Pero eventualmente, todos los que se equivocan a lo largo de su vida se deben dar cuenta en alguna medida de ese error, incluso el Ivan Ilich de Lev Tolstoi lo hace, siquiera en su lecho de muerte, cuando se pregunta si acaso todo fue un error, si entendió mal como tenía que vivir.

Refutar una idea falsa es algo agotador y si bien internet ha dado acceso a mucha información, también ha dado la entrada a muchos bulos, en especial en el ámbito esotérico donde el obtener pruebas de algo es más difícil. Por eso es que muchos de los ocultistas antiguos simplemente han decidido no entrar en el debate público, dejar las redes sociales para temas mundanos como las fotos de sus salidas familiares o mostrar como las flores de su jardín crecen mejor con el nuevo fertilizante que compraron.

En los últimos años hemos, en conjunto con el Boticario ofrecido a varios de nuestros conocidos el formar parte de nuestra red de colaboradores, en algunos casos han accedido, como es el caso de nuestros colaboradores internacionales, pero de los chilenos, en general se han abstenido, no por falta de interés, sino por el desagrado de tener que lidiar con gente con poca y nula formación y conocimiento en estos temas que se autodenominan como maestros, gurúes, canalizadores y otras tantas cosas.

Hablamos de gente que tiene conocimientos profundos, algunos que pueden por ejemplo citar secciones extensas del Baghavad Gita o del Atarva Veda y vincularlos no solo con otros textos hindúes sino con extensas obras de magia occidental, analizando paralelismos, extrayendo la médula del conocimiento, también gente que puede discutir la mitología egipcia en extensión e identificando los periodos y como los diferentes cultos cambiaron a lo largo de los milenios que duró lo que conocemos como antiguo Egipto, eso solo como ejemplos, pero esas mismas personas prefieren guardarse de la exposición y dedicarse a sus temas cuando ven que deberán luchar contra la ignorancia que han difundido los supuestos canalizadores de maestros de Sirio, las pléyades, Arcturus o cualquier estrella, de gente que dice tener conocimiento de los atlantes, lemurianos, hiperbóreos o cualquier supuesta raza antigua y extinta o gente que dice canalizar delfines, ballenas y básicamente hablar cetáceo como Dory en Buscando a Nemo, o supuestas sacerdotisas que alegan entregar conocimientos ancestrales por una “módica suma”.

El motivo de esto es simple, primero hay que considerar la ley de Brandolini, antes mencionada, luego entender que el conocimiento real, el profundo no suele ser divertido ni simple, suele requerir horas de estudio para poder comprender simples párrafos de un texto antiguo, ni hablar que muchos no han sido traducidos o hay más de una traducción, que deben ser entendidos en un contexto histórico que les sea propio para no caer en anacronismos, algo que la mayoría de la gente ni siquiera querrá intentar, porque al final, la mayoría de la gente quiere algo simple, divertido y que pueda hacer en casa, ojalá lo bastante visible y externo en su forma como para poder grabar un video mientras lo lleva a cabo y subirlo a Tiktok e Instagram, quieren algo para simplones necesitados de atención, para decirlo en forma directa; por eso los que saben de estos temas evaden el ojo público en su gran mayoría, no quieren tener que lidiar con las necedades que los farsantes a los que expondrían dirán para defenderse -como gato de espaldas- de una simple afirmación que podría hacer caer el castillo de mentiras que han construido para esquilar a sus víctimas.

Por el contrario, cada semana debemos rechazar a alguien que ofrece ser nuestro colaborador, pero cuya especialidad es el reiki arctúrico con hadas, la canalización de las ballenas jorobadas, o la técnica secreta de la felicidad que le enseñaron los ratones blancos superinteligentes y pandimensionales, esos bobos tratan de colgarse de nosotros cada vez que pueden y como editor del Boticario Mágico es mi deber analizar cada propuesta y buscar si tienen algún antecedente que las valide, lo que spoiler alert nunca ha sucedido hasta ahora.

En resumen, los que llevan más años, muchos de los cuales conocí en mis 20’s están asqueados de ver tanto “guía espiritual” y “sabio” que sube sus propias fotos a instagram (una prueba de narcisismo tremendo), muchas veces acompañados de atuendos estrafalarios, tiaras y coronas para dar un “aire místico”, quizás con una imagen de Buda o Hekate al lado y con un texto que es una frase simplona, sacada de un libro de autoayuda de 30 páginas que compras en la feria y dar a entender que son la cima de la sabiduría espiritual, los que en verdad saben no usan esos atuendos excepto que encuentres sus fotos del disfraz de Halloween, no tapizan sus redes de fotos de ellos mismos en contextos aspiracionales ni usan frases cliché para aparentar espiritualidad, esa gente está demasiado ocupada en sus propios asuntos y cuando los encuentras en la calle su vestimenta es la de cualquier persona que salió a hacer las compras o va camino a la oficina, los que saben de verdad, los que guardan el conocimiento sólido y fundamentado son casi indistinguibles del común de las personas por su apariencia.

Por eso los más viejos están apartados de las redes sociales en lo esotérico y no andan dictando cursos en centros de estudios de mala muerte, que si caen una vez en el engaño huyen de inmediato, además, no suelen tener las competencias profesionales (porque no suelen dedicarse a los medios) como para hacer edición de videos o cosas así, por lo mismo, son difíciles de “atrapar”, eso sumado como se dijo antes a que no quieren perder el tiempo refutando los errores que ya aceptaron como válidos quienes cayeron en manos de los que entregan basura bajo el título de saber antiguo.

¿Cual es la moraleja? Si ve gente que ofrece “sabiduría” pero tiene cualquiera de las características que se mencionaron antes, será mejor que huya, a lo menos evitará la pérdida de tiempo, en muchos casos la pérdida de dinero y en pocos pero no menores casos, se evitará caer en un grupo con tendencias sectarias.

 

Autor:
Andrés Villavicencio
Practicante de Magia
senderodelamagia.blogspot.com